Mi vida en rendición

Hace más de un mes que tome la decisión de hacer una pausa en mi vida laboral y sucedió en mí una transformación interna a raíz de bajar la prisa, de centrarme en mí, de darme el tiempo de integrar mis aprendizajes.

 Y sucedió un día, sin pensarlo, sin planearlo, sin siquiera comprenderlo.

Se me pidió que me rindiera.

 Y me rendi.

 Me rendí ante la voluntad de Dios, a dejar de intentar desde el esfuerzo y el ego a lograr mis objetivos, a controlar mis resultados, a manipular mis vínculos, a dejar de hacer pedidos desde la mente.

 Y así de simple. Solté el control, di permiso de ser usada como canal al servicio de la Divinidad y me dejaron de importar tantas cosas.

Ahora comprendo que lo que se pierde, lo que se cae, es simplemente porque es una ilusión sostenida por el ego y eso que permanece en nosotros, está ahí porque está siendo sostenido por el amor; en la forma en la que sea, carencia, enfermedad y cualquier situación que el ego juzgue como mala y dolorosa; si está en nuestra realidad es porque está sostenida por el amor.

El amor viene a mostrarnos donde no nos estamos amando suficiente, todo lo que nos sucede, sucede como mensajero del amor.

Todo es un mensaje del amor.

 Y para mí en esta ausencia pública de una cuarentena he iniciado y continuado día a día rindiéndome ante la voluntad de Dios y observando en las situaciones diarias donde no me estoy rindiendo, atendiendo mis “desafíos” desde la rendición a Dios, soltando el control del ego y fluyendo en acciones de acuerdo a las señales que la Divinidad me indica en mi realidad.

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