La máscara

La infancia en el transcurso de la vida es un tiempo que, en la mayoría de los casos, se recuerda con linda nostalgia rosa, manchada por puntos negros de dolor.

 Y así sucede, y nos sucede a todos. En mayor o menor cantidad de tintes rosas o negros. No entremos en las historias de juicio, de dolor, de expectativas no cumplidas, de abusos, de abandonos. Hoy te pido que te centres conmigo en la neutralidad para observar el contexto.

 Todas las situaciones, personas, aprendizajes, ausencias, presencias, todo lo que está alrededor tuyo se le llama contexto. Si nos enfocamos en la infancia, recuerda como era el contexto de esa versión infantil tuya.

 El contexto donde te desarrollaste genero el uso de máscaras para adaptarte de forma segura a él. Por ejemplo, un contexto de Padres ausentes desarrolla la mascará del supuesto desapego emocional, donde por estrategia el corazón aprende a no generar expectativas de la presencia del otro, para evitar sufrir ante la ausencia ya conocida por experiencias previas.

 Es una herramienta útil en ese proceso, pero si se desconoce el uso de una máscara, se puede confundir con la identidad esencial. Es como si la máscara se encarnara en el rostro, formando una simbiosis con el rostro. Ya no hay separación entre la máscara y la esencia.

 Y así vamos de adultos portando mascaras invisibles para nosotros, generando dolor y sufrimiento debajo de ellas, al no comprender que es su uso lo que nos lastima.

 La útil herramienta de protección desarrollada en la infancia se convierte en la poderosa arma de autodestrucción en la vida adulta.

 Â¿Conoces tu mascara? Es difícil verla si la tienes puesta. De ahí surge la necesidad de trabajar con los espejos, para ver en el reflejo de las personas, de las situaciones, de los vínculos frente a nosotros, esas máscaras que portamos sin siquiera notarlos.

 Hoy te invito a observar tu mirada, esa limpia mirada libre de identidades falsas, y que observes, que te observes como tu mascara actúa con ciertas personas, o en momentos específicos de tu realidad.

 Obsérvala, conócela y DECIDE si es útil seguirla usando o si es momento de decirle adiós.

 Yo creo que ya estás lista para soltar esa mascara y vivir tu realidad desde la vulnerabilidad de tu rostro, tu hermoso rostro al desnudo.

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