mujer en construcción
Aquà en la silla de siempre, en el escritorio de siempre, con la computadora de siempre, yo ya no soy la de siempre.
¿Quién soy entonces si no soy la que era?
No lo sé, no lo sé, pero lo sabré y lo sabrás también tú.
He sido niña adulta y ahora me siento adulta niña.
De nuevo inocente, de nuevo ingenua, de nuevo con un futuro por definir.
Me he confundido entre miradas ajenas, me he perdido en los reflejos de otros.
Estar perdida sà es una de esas constantes que habitan siempre en mÃ, reinventarme ya es mi especialidad.
¿Te has reinventado tú? En una experiencia de dolor y adrenalina pura, la receta perfecta para una hermosa adicción.
¿Quién soy yo? No sé. Quién era yo, ¡eso sà lo sé!
Crecà en una familia ultracatólica, con temor a Dios, pecando siempre en mi mente y a veces en mi acción. Pase de la mano de mi Padre a la mano de mi Marido, no hubo un momento en el pasillo de la iglesia donde se validará que yo podÃa caminar sola, por mà misma, aunque sea unos pasos.
Me he referenciado en mi hombre, en el que tengo a un lado. Sin darme cuenta, necesitando tanto de ellos para sentirme vista, valiosa, cuidada, validada.
Está perfecto vivir con un hombre, ser parte del equipo con una pareja, pero yo nunca he sido pareja, he estado, ¡no! Me he posicionado por debajo de cada uno de ellos.
Y ahora en este punto que he decidido aprender a caminar sola, a referenciarme en mÃ, a vivir por mÃ, a volar con mis propias alas, no sé cómo hacerlo.
Pero cariño, si tú también te encuentras ahÃ, perdida, aprendamos juntas paso a paso a volar, a vivir en la libertad que nuestras ancestras no tuvieron, a crear referentes de mujeres libres, felices, completas, concientes para las generaciones que nos preceden.
Y esto no es un manifiesto para no tener pareja, al contrario, es un manifiesto para ser parejas, no disparejas como le hemos aprendido muchas de nosotras.
No sé quién soy, pero eso está bien, porque tengo claro en quién me estoy convirtiendo.
Te amo siempre,
Isabel